La sangre Colsani llegó a nuestro país a fines del siglo XIX, oriunda de Milán, Italia. En aquel entonces la Argentina era escasa en población, y veía con agrado el arribo de inmigrantes que viniesen  a desarrollar un oficio en nuestra tierra.

El señor Gaetano Colsani, el primero en arribar, traía en su maletín una pila de sueños, y en sus manos (y su corazón) el oficio de panadero. Con el pasar del tiempo ese oficio fue quedando en las entrañas, y se transmitió de generación en generación.

Ya en Rafaela, fue Don Pedro Colsani quien deleitó a los argentinos con sus productos, creando una marca que perdura en el presente.

Hoy, su hijo y sus nietos mantenemos latente la tradición, buscando siempre alcanzar el mejor de los productos, pues sigue siendo un oficio que ejercemos con el alma. 

Nuestra forma de elaborar nos lleva a la búsqueda constante de la receta ideal, buscando calidad en los mínimos detalles. Es a través del desarrollo como logramos mejorar nuestra oferta, explorando cada ingrediente, hasta conseguir el sabor exacto, que deleite al cliente.

Más de un siglo de historia, o el desarrollo constante, no alcanzan para demostrar el valor y la calidad de nuestros productos, solo el paladar de quien lo coma será juez legítimo.

Hoy, más que nunca, estamos seguros que vuestro paladar nos declarará culpable de un sabor inigualable, de un placer único.